PRÓLOGO:
El funeral se desarrolló en silencio. Nadie dijo más que lo que alguna despistada lágrima, que cayó mientras el sacerdote realizaba las oraciones, frente al ataúd, pudo decir.
Yo conocía esa sensación que se siente cuando te despides de un ser querido. Ese recorrido escalofriante que te dice que un Fall System se ha producido en tu vida, y que el cerebro no quiere, o puede remediarlo. La madre de Edward se encontraba a mi lado. Su rostro, tapado por un velo negro de rejilla que no conseguía alejar su monótono sollozo; una falsa y maquillada tristeza; digna del estilo de una novela de Robert Zechoc.
Edward Voice había muerto de un paro cerebral, a la edad de 34 años. Siempre había sido una persona sana, pero cuando los médicos diagnosticaron que el consumo excesivo de MDMA (comúnmente conocido como éxtasis) había ocasionado su muerte, nadie se dignó lo suficiente a apelar la autopsia. Yo no los creía, suponía que muchos billetes sin marcar corrieron la noche en que el cadáver de mi amigo entró en la "Nevera", pero pensé que pelear contra la palabra de la ciencia sólo ocasionaría que mi nombre fuese escrito en algún historial policial o en algún papel de oficina de algún departamento de New York. Yo siempre deseé pasar inadvertido.
Cuando el sacerdote terminó de bendecir el ataúd, y al alma que este contenía, los allí presentes, uno a uno, fueron acercándose para prestar sus ofrendas y desearle al difunto una mejor vida.
Yo no pude aguantar más. Todo aquel teatro de ofrendas y lágrimas que sonreían cuando nadie miraba me producía una angustia insoportable. Caminé sin llamar la atención fuera del tumulto y escapé en dirección a ninguna parte. Perdí mi sombra entre las tumbas de personas sin nombre, sin más rostro que el que unas amarillentas fotografías, colocadas en la lápidas, podía prestarles. La Otra Vida es el olvido, pensaba mientras mis pasos se dormían por un camino de piedra... La Otra Vida: la muerte silenciosa que arrastra cualquier grito hasta convertirlo en un murmullo del viento, imperceptible. Seguía pensando en la Otra Vida cuando una lluvia fría empezó a caer sobre mi. Me rebusqué en mi abrigo y fui dirección a mi coche. Ya nada ni nadie podría rescatar del olvido a Edward Voice, excepto yo y los recuerdos que a él le dedicase.
Inmerso en mis pensamientos, no percibí la sombra que espiaba mía pasos con cautela, a unos metros de los mios, sin estar lo suficientemente cerca como para llegar a advertirlos. Tampoco advertí la triste sonrisa que marcó su cara cuando entré en mi coche, y arranqué en dirección a la vida diaria.
LA OTRA ORILLA:
En algún lugar lejos de aquel funeral, Edward Voice abrió los ojos. Lo único que podía ver: oscuridad.
CONTINUARÁ.
El funeral se desarrolló en silencio. Nadie dijo más que lo que alguna despistada lágrima, que cayó mientras el sacerdote realizaba las oraciones, frente al ataúd, pudo decir.
Yo conocía esa sensación que se siente cuando te despides de un ser querido. Ese recorrido escalofriante que te dice que un Fall System se ha producido en tu vida, y que el cerebro no quiere, o puede remediarlo. La madre de Edward se encontraba a mi lado. Su rostro, tapado por un velo negro de rejilla que no conseguía alejar su monótono sollozo; una falsa y maquillada tristeza; digna del estilo de una novela de Robert Zechoc.
Edward Voice había muerto de un paro cerebral, a la edad de 34 años. Siempre había sido una persona sana, pero cuando los médicos diagnosticaron que el consumo excesivo de MDMA (comúnmente conocido como éxtasis) había ocasionado su muerte, nadie se dignó lo suficiente a apelar la autopsia. Yo no los creía, suponía que muchos billetes sin marcar corrieron la noche en que el cadáver de mi amigo entró en la "Nevera", pero pensé que pelear contra la palabra de la ciencia sólo ocasionaría que mi nombre fuese escrito en algún historial policial o en algún papel de oficina de algún departamento de New York. Yo siempre deseé pasar inadvertido.
Cuando el sacerdote terminó de bendecir el ataúd, y al alma que este contenía, los allí presentes, uno a uno, fueron acercándose para prestar sus ofrendas y desearle al difunto una mejor vida.
Yo no pude aguantar más. Todo aquel teatro de ofrendas y lágrimas que sonreían cuando nadie miraba me producía una angustia insoportable. Caminé sin llamar la atención fuera del tumulto y escapé en dirección a ninguna parte. Perdí mi sombra entre las tumbas de personas sin nombre, sin más rostro que el que unas amarillentas fotografías, colocadas en la lápidas, podía prestarles. La Otra Vida es el olvido, pensaba mientras mis pasos se dormían por un camino de piedra... La Otra Vida: la muerte silenciosa que arrastra cualquier grito hasta convertirlo en un murmullo del viento, imperceptible. Seguía pensando en la Otra Vida cuando una lluvia fría empezó a caer sobre mi. Me rebusqué en mi abrigo y fui dirección a mi coche. Ya nada ni nadie podría rescatar del olvido a Edward Voice, excepto yo y los recuerdos que a él le dedicase.
Inmerso en mis pensamientos, no percibí la sombra que espiaba mía pasos con cautela, a unos metros de los mios, sin estar lo suficientemente cerca como para llegar a advertirlos. Tampoco advertí la triste sonrisa que marcó su cara cuando entré en mi coche, y arranqué en dirección a la vida diaria.
LA OTRA ORILLA:
En algún lugar lejos de aquel funeral, Edward Voice abrió los ojos. Lo único que podía ver: oscuridad.
CONTINUARÁ.
juas...esto promete....he visto que había actualizado con un prólogo y me he decidido a empezar la historia...Me gusta el nommbre del tío: Eduardo Voz...XDDDDDDDDD
ResponderEliminarseguiré la historia...
nueva actualización een el mío:
te espero!!!
http://lovingmeghannebynes.blogspot.com/
Oh, mola. Este es el que vas a continuar ahora? Me gusta esa reflexión sobre La Otra Vida... la verdad es que sí que es olvido :/ A no ser que tengas a alguien tan loco como para hacerte un monumento... y a los monumentos quien más atención le presta son las palomas :/ xD
ResponderEliminary continuando con la conversación: el verano por aquí es como le dé la gana. Hace diez años era coherente, un poco más suave que en Levante, pero con días de sol, y algún que otro de lluvia. Ahora el tiempo está tonto, y tan pronto llueve torrencialmente todo el verano para tener un otoño tórrido, como no hay ni una puñetera nube en tres meses. En fin, un desastre. Menos mal que pese a todo el mar sigue estando fresquito :D XDDD (parezco la del tiempo o.o)
Si, ya lo tenía varias semanas en mente, pero no me había decidido por el principio adecuado... Tenía que introducir la historia sin ser muy extravagante, pues eso quiero guardármelo para el desarrollo de la trama...
ResponderEliminarJajaja nunca había pensando en la relación monumento-palomas... XDD! Que razón!
Ummm... Quieres dedicarte a emitir el Tiempo en una TV locas? JAJAJAJA
Aquí el tiempo pues todos los veranos igual; aunque cada verano hace más calor que el anterior, y la lluvia es algo raro-raro en esta época :S
Edward Voice...
ResponderEliminares un personaje al que he recurrido en varios relatos... la verdad, me gusta mucho, creé una Biografía de él y todo Jajajaja Así de loco estoy :S
Ahora me paso!
De locas no, dementes, que tiene más clase *gesto super pijo de meñique levantado* xDD
ResponderEliminarUo Uo extravagante... mola, mola *¬* Y no había caído, no, qué curioso lo del nombre x)
Espero la continuación :)
Bueno, si hace calor y no llueve, podéis ir al campo o a la playa cuando queráis, qué suerte xD
PD: te pasas por mi blog? Si te apetece, claro. Así podrás comprobar las extrañas reseñas que escribo y los extraños textos que me invento. Sí, todo mu raro. Por aquello de saber qué tal me iría en el puesto de la presentadora del tiempo de la tele de dementes xDD
Bicos :D
¡Quiero la continuación ya!
ResponderEliminarP.D. No tengo críticas
XD Me gustan las críticas, aunque las odie... pienso que ayudan a mejorar!
ResponderEliminarContinuará pronto, tranqui colegi.