Me cansé de esperar a la oportunidad y terminé enganchado al conformismo de las horas bajas, donde se ve todo desde la perspectiva nostálgica de aquel que siempre pierde lo que quiere y gana lo que estremece los esquemas de la felicidad.
Si te quiero o te quise, ya no importa. Lo único que importa es que la vida sigue y, de alguna forma, debemos aprender a sobrellevar las cicatrices. Lo único que importa es que la absurda comedia humana sigue perpetuándose hasta el infinito de la mortalidad.
Sin dramatizar, ni comediar, ni llorar la lágrima que tengo en la punta de la lengua y que me dice que no voy a olvidarte por ahora y que este "ahora" durará muchas horas y provocará ventiscas y precipitaciones en las noches solitarias de almohada, allí por mi cama, donde tu ausencia viaja de vez en cuando.
Quisiera escribirte los versos más tristes esta noche, pero me quedo manco de respuesta. ¿Por qué suplicarle tiempo al tiempo, si el tiempo es la noción más esclavizada de la mente? No hay tiempo, nunca lo ha habido y, en nuestro caso, siempre nos ha faltado.
Yo quisiera despedirme con la nota de desdén que deja la incomprensión a su paso. Quisiera despedirme con el prólogo de una vida nueva, de una esperanza inflada de autosuficiencia. Soy optimista. He crecido, con el tiempo. Sufrir nos hace fuertes y la fortaleza nos hace ricos. Ya tengo millones de besos ahorrados, por si llegan tiempos de crisis y me hacen falta analgésicos en el acantilado del recuerdo, que siempre duele.
Buenísimo el último párrafo, Sergio. Si está basado en algo personal, ánimo. Vendrán tiempos mejores. Un abrazo.
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