miércoles, 9 de enero de 2013

Humo


Así se nos van las oportunidades, casi sin darnos cuenta, deslizándose entre los dedos, y es como intentar agarrar un puñado de humo. A veces es imposible esquivar los abismos de la vida, y por más que lo intentas no haces sino retrasar lo inevitable, pero al final las fuerzas ceden y, con ellas, cede todo. Y caes, rendido, saboteado por las putas circunstancias, que cada día se acuestan con alguien distinto.

Ahora estás tirado en el suelo, te sangra la nariz y te falta la respiración, y ves como tu vida pasa ante tus ojos, riéndose de ti. Es una sensación de abandono, y tienes ganas de no volver a tener ganas nunca, pero, en el fondo, sabes que, desgraciadamente, vas a volver a cometer los mismos errores que siempre cometes. Vas a volver a levantarte y, tarde o temprano, vas a volver a lanzarte al primer precipicio que encuentres. Es algo natural, a tu subconsciente le pone cachondo cometer errores.

Y, por un lado, me gustaría mandar a tomar por culo a todas esas pequeñas idiosincrasias que hacen que sea tan humano. También me gustaría decirte que te quiero y proponerte que escapásemos, los dos, solos, hacia algún sin destino de la vida. Hacia algún sin retorno del mundo. Ya sabes, atrevernos a vivir un poco. A tentar a la suerte, que últimamente nunca está de nuestro lado. 

Pero nada de eso va a pasar, y no va a pasar porque somos demasiado humanos, demasiado temerosos de que las cosas duelan y, por no intentarlo, mejor nos quedamos en el mismo camino de siempre, en el que ya nos hemos acostumbrado a sobrevivir como animales. El mismo camino de siempre en el que ya nos hemos acostumbrado a soñar con imposibles, con cosas que le den un poco de sentido a esta vida de mierda, tan vacía. Esta vida que viene de fábrica con tantas imperfecciones. Voy a fumar, ¿te vienes?

martes, 8 de enero de 2013

Suposiciones


Hola, cariño, ¿todo bien?

Hoy ha hecho frío y me he acordado de ti. Creo que aún sigo esperando que aparezcas de repente y me des un abrazo, y me hagas entrar en calor, y que luego me digas al oído, muy bajito, cosas que sólo a ti y a mí nos importan. Pero algo me dice que no vas a aparecer, y que, otra vez, voy a quedarme con las ganas de que seamos algo juntos, como no hace mucho tiempos éramos. ¿Recuerdas? No, mejor no recuerdes, yo lo hago y duele bastante.

La verdad, si me preguntas, no sé muy bien qué hago aquí, dedicándote estas palabras que  no vas a venir a leer. Y, de leerlas, que no vas a responder. Me gusta suponer que estoy a punto de olvidarte, y que pronto nos vamos a ir todos y que mañana nada de esto tendrá sentido. Pero sigue siendo una suposición, y ya sabes que las mías raramente se cumplen.

Por cierto, ya me he enterado de que estás siendo feliz con otro y, por una parte, me alegro; pero luego hay una parte que no se alegra demasiado. Hablo de esa parte a la que le hubiese gustado que ese con quien estás siendo feliz hubiese sido yo. Ya sabes que siempre quise que encontrases en mí todo lo que buscabas, pero no pudo ser, ¿qué vamos a hacerle? Supongo que estas cosas pasan. 

Y, sí, vuelvo a llorar cuando nadie mira. Vuelvo a desconocerme en el reflejo de los espejos. Vuelvo a la mala costumbre de echarte de menos por las noches. Y también vuelvo a drogarme con el pasado: esa sustancia tóxica que siempre termina jodiéndolo todo. Al parecer, el día que enseñaron a pasar página no fui a clase. Y, hablando de pasar página, creo que ya lo único que ayudaría sería quemar el libro. ¿Tienes mechero?, espero que sí.




sábado, 5 de enero de 2013

Despedidas


Hola, cariño, ¿todo bien?

Yo como siempre, ya sabes, mal. Intentando sonreír sin poder pasar del aprobado. Siento no haberte escrito en todo este tiempo, pero es que estaba enfadado contigo. Enfadado porque lo nuestro no hubiese salido como yo quería, porque ya sabes que nunca quise que dejáramos de hablar, aunque supongo que era lo más conveniente, estábamos empezando a hacernos demasiado daño. Pero ya estoy mejor, en ese sentido, en el nuestro, y supongo que he de madurar y aceptar que no siempre, en la vida, vamos a tener lo que queremos. Y hoy te digo adiós, sin reproches, y espero que seas feliz, y que de lo nuestro sólo recuerdes las cosas buenas, que también las hubo. O, al menos, eso me gusta pensar.

Como sé que no vas a volver después de esto, creo que te informaré por aquí de que pronto voy a tomarme unas vacaciones. Ya sabes, adiós a Twitter, Facebook, WhatsApp y todas las demás redes sociales que me ataban al mundo. Tengo ganas de irme muy lejos, pero por ahora me conformaré con que se vayan todos, un tiempo, no es un adiós para siempre. 

Y necesito irme porque hace años que no me siento bien, que me falta algo que no sé qué es, ni dónde encontrarlo. Es desesperante. Y creo que si no lo he encontrado aquí, es porque estoy buscando en el lugar equivocado, así que, sencillamente, me voy. 

Echaré de menos todo esto, sin duda, ya me había acostumbrado a conocer cada esquina de mi soledad, de mi angustia, de la necesidad que tenía de que me hablases, y hacerme saber que tú sentías algo por mí, aún sin saber muy bien qué era. Echaré de menos todas esas sensaciones, tan conocidas y odiadas, por otra parte.

Va a ser un poco difícil sobrevivir los primeros días, ya he pasado por esto. Querré volver a la comodidad de lo conocido, porque lo desconocido puede hacer bastante daño. Querré volver a la seguridad de aquellos caminos por los que ya he andando, pero, joder, la vida me ha enseñado en incontables ocasiones que a veces hay que tener el valor de pasar página, y esta es una de esas ocasiones.

Aún no sé exactamente cuándo saldrá el tren, tengo un horario bastante flexible en ese sentido. Supongo que me iré cuando considere que estoy preparado para reformar mi vida. Antes tengo que recoger todos los trastos que no quiero que se ensucien. Hacer copia de seguridad de todos aquellos recuerdos que no quiero que se olviden. 

El tiempo está pasando tan rápido, cariño... A veces no puedo controlarlo y me dejo llevar, y es como si estuviese en el ojo de algún huracán que se divierte arrastrando los esquemas de mi vida a su antojo. Y un día, cuando las cosas se han calmado, te sientes como un completo desconocido. Es una sensación bastante extraña que no quiero volver a sentir. 

Y, bueno, nada más, empieza a hacer frío y ya sé que no va a venir nadie a quitármelo, así que voy a acurrucarme junto a alguna estufa, puede que termine enamorándome de ella, por eso de que el roce hace el cariño. JAJAJAJAJAJA. No, ahora en serio, te echaré de menos. 


Cuídate mucho, mucho, mucho.