lunes, 19 de diciembre de 2011

Me dueles mucho


Esto del amor me viene grande. Después de tanto tiempo, cuando creía haberlo conocido, resulta que se comporta como un completo desconocido. No quisiera dramatizar. Pienso que el amor es siempre igual, aunque nunca de la misma forma. ¿Será por eso que podemos enamorarnos muchas veces?

Te quiero mucho, hace tiempo que quería decírtelo. Me siento un poco cobarde al escribirte mis sentimientos. Pensarás que la mejor forma de comunicar algo tan profundo es hablando, compartiendo con palabras lo que sentimos... bueno, lo que siento. Comprobarás que aún siguen vivas algunas de mis esperanzas.

Si he decidido escribirnos en estas letras es, en parte, porque me expreso mejor cuando escribo. Además, no quisiera caer en la mentira de las palabras. Las palabras me hacen decir cosas que no siento. La voz es mi mejor maquillaje. Cuando escribo no sé mentir tan bien, es uno de mis defectos. Las letras me desnudan. 

¿Por qué siempre me enamoro de la persona equivocada? es una buena pregunta. Y, dados a hacernos preguntas: ¿Qué es el amor? A mi nunca me han querido. No, al menos, como quisiera que me hubiesen querido. Es un poco triste pero es la única verdad que me queda. ¿Qué es el amor? me gustaría saberlo. Últimamente me siento derrotado. Tengo miedo. ¿Y si me quedo solo? Puede que la soledad sea la única salida que me quede. 

Y, volviendo a lo que siento por ti, sólo quisiera decir que no sé qué me ha pasado. Parece que no me canso de que me rompan el corazón. Soy más fuerte de lo que pensaba, o quizá más orgulloso de lo que creía. Quizá soy masoquista. ¿Quién sabe? ¡a lo mejor soy un completo estúpido! Ojalá. Ojalá fuese un completo estúpido y estuviese viendo el vaso medio vacío. Ojalá estuviese mirando la vida desde la perspectiva pesimista. Pero ¿qué pasa si no hay más perspectivas?, ¿qué pasa si vivo en un presente infinito? Ojalá las cosas cambien pronto, pero siempre he creído que "Ojalá" es un perchero muy débil donde colgar toda una vida.

No sé qué escribirte más. No sé cómo promocionar este fracaso. Se me acaban las esperanzas que un día me decían que todo era posible. Maldita esperanza y su manía de abandonarme cuando ya se han ido todos. También se me acaban las insistencias por alcanzarte, estés donde estés. Estés donde estés, ya no importa, ya no vamos a cruzarnos. Tengo la sensación de que me vacío de algo que nunca he tenido, quizá de una vieja promesa que me hice a mi mismo. Yo quise amar y no he querido.

¿Sabes qué creo? que leer todo esto te va a hacer feliz. ¿Te sorprende mi excesiva atención hacia tu persona?, ¿te regodeas, como si de una victoria se tratase, al comprobar lo que siento por ti?, lo hondo que has conseguido calar en mí sin ni siquiera habértelo propuesto. Si de alguna forma, leyendo esto, has sentido compasión por mí, te pido por favor que no la tengas. No me regales tu compasión, porque la compasión es el peor entendimiento que puedes ofrecerle a mis sentimientos. Estoy seguro de que las personas disfrutan siendo cicatriz en la piel de otros, tú no eres diferente. 

Me dueles mucho, hace tiempo que quería decírtelo. Pero en el dolor que me has causado no está tu victoria, sino en el recuerdo que has marcado en mi memoria. Que me duelas no me sorprende, a mi el amor siempre me ha dolido.



A tu indiferencia.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Otoño



Me has dejado un cajón lleno de incomodidades, de pensamientos desatendidos y fantasías irrealizables. Llegaste un día de otoño. Ya sabes qué digo del otoño, es la mejor estación del año. Me gusta el otoño porque yo me siento como él, indeciso entre el calor y el frío; entre el amor y, permíteme, el olvido.

Te escribía sin la intención aparente de llamar tu atención pero, sabes, desisto, me gustaría llamarla. "Oye -le diría a tu atención- ¡estoy aquí! ¿ya me has olvidado?" Y, bueno, supongo que todo se reduce a eso. ¿Me has olvidado? ¿Me ha respetado tu recuerdo? Dime, ¿me dedicas algún pensamiento al día? ¡sólo uno! creo que mi orgullo se contenta con vaciar, aunque sea un poco, tu tiempo. 

Y, dejando a un lado el olvido, que tanto fatiga mi recuerdo, quería informarte de que hace tiempo que no lloro. Hace tiempo que soy demasiado fuerte o, quizás, hace tiempo que mi debilidad se disfraza de sequía. Yo soy como el otoño, muchas veces no me entiendo.

Desde aquí, desde este minúsculo y olvidado rincón del mundo, quería volver a saludarte. No sé, no me decido a olvidarte. Quizás no sea el más indicado para lanzar la primera piedra porque, suelo pensar, yo cometí el pecado de tentar a la suerte. Si te digo la verdad, no me siento tan culpable. Yo he sido la víctima del amor. ¡Qué lance el amor la primera piedra! o, mejor, lánzala tú. Sí, tú. Tú has sido el actor y yo el antagonista. 

Nada más. Espero que la próxima vez que nos veamos no seamos actores, no al menos de la misma obra. Ojalá, ojalá por entonces seamos simples marionetas, ¿qué me dices? Las marionetas actúan bajo la influencia de una fuerza superior aunque, visto de esa forma, nosotros siempre actuamos bajo la influencia de las circunstancias. ¿No crees que es una fuerza superior? 


domingo, 27 de noviembre de 2011

Yo


Qué no te rompan el corazón, por favor. Pero esque me siento altamente debilitado por el amor. Cuando me enamoro, abro mi corazón al virus de la esperanza y, como es lo último que se pierde, superar dicha enfermedad es muy difícil. No busques excusas en el amor. Tú eres el único problema. Tienes muchas esperanzas, pero ninguna puesta en salvarte. ¿Qué quieres que haga? ¡yo vivo para amar y ser amado! esa, creo yo, es la finalidad del ser humano. Amar y ser amado. Engañado estás y, no obstante, te comprendo. Yo soy tú y soy yo, y puedo verte con mis ojos y con los tuyos. Créeme, eres magnífico. Hay fuerza, debajo de esa debilidad que te has pintado. ¿Tú crees? quizá. Supongo. Algunas veces me siento fuerte, pero la vida siempre dice, en su última palabra, que son más fuertes las circunstancias. ¿Qué son las circunstancias sino las perspectivas de tu realidad? ¿qué es la vida sino el filtro del tiempo por tu mente? Todo es perspectivismo. Eso pienso pero ¿por cuánto tiempo? yo vivo esclavizado por la realidad, una realidad que se destruye, decae, muere, desaparece, es finita. Formar parte de esta realidad me hace preguntarme ¿por qué luchar? ¿no es mejor desistir? ¿vivir en los escombros antes que morir en la idealización? ¿Cómo puedes hablar de vivir si nunca has vivido? Vivir es morir, te digo. Morir es vivir, concluyo. No te entiendo, habla más claro. ¿No te entiendes a ti mismo? No podrás vivir hasta que dejes de preocuparte por vivir. Muere. Mata tus ganas de vivir y muere. ¿No estaría, de ese modo, rechazando mi propia existencia? sería como perder la ilusión, la pasión, toda esperanza. Un muerto viviente. Confundes mis intenciones. Cuando el hombre anhela vivir, reconoce que la vida es algo que aún no posee. El simple anhelo de vivir, debes entender, posiciona al hombre más cerca de la muerte que de la vida. A ello digo que dejar de preocuparse por la vida es vivir. La vida es siempre, pero el ser humano puede cegarse y no ver que la vida nos sucede. Ahora mismo, por ejemplo. ¿Y cómo empiezo a vivir? ¿cómo puedo levantarme un día y ver vida en la vida, y no en aquello que no es? Bastará con levantarse y ver muerte en la muerte y vida en la vida. La muerte te enseñará a vivir. No dramatices, la muerte es el siempre del destino, pero como no es ahora, las personas creen que no será nunca. ¡No te engañes! Vive más la muerte y vivirás más la vida.


viernes, 25 de noviembre de 2011

Allí donde solíamos olvidar


Me cansé de esperar a la oportunidad y terminé enganchado al conformismo de las horas bajas, donde se ve todo desde la perspectiva nostálgica de aquel que siempre pierde lo que quiere y gana lo que estremece los esquemas de la felicidad. 

Si te quiero o te quise, ya no importa. Lo único que importa es que la vida sigue y, de alguna forma, debemos aprender a sobrellevar las cicatrices. Lo único que importa es que la absurda comedia humana sigue perpetuándose hasta el infinito de la mortalidad.

Sin dramatizar, ni comediar, ni llorar la lágrima que tengo en la punta de la lengua y que me dice que no voy a olvidarte por ahora y que este "ahora" durará muchas horas y provocará ventiscas y precipitaciones en las noches solitarias de almohada, allí por mi cama, donde tu ausencia viaja de vez en cuando.

Quisiera escribirte los versos más tristes esta noche, pero me quedo manco de respuesta. ¿Por qué suplicarle tiempo al tiempo, si el tiempo es la noción más esclavizada de la mente? No hay tiempo, nunca lo ha habido y, en nuestro caso, siempre nos ha faltado. 

Yo quisiera despedirme con la nota de desdén que deja la incomprensión a su paso. Quisiera despedirme con el prólogo de una vida nueva, de una esperanza inflada de autosuficiencia. Soy optimista. He crecido, con el tiempo. Sufrir nos hace fuertes y la fortaleza nos hace ricos. Ya tengo millones de besos ahorrados, por si llegan tiempos de crisis y me hacen falta analgésicos en el acantilado del recuerdo, que siempre duele.


miércoles, 16 de noviembre de 2011

El hombre de las cuatro enfermedades


El pesimismo y el conformismo van cogidos de la mano. Puedes pasarte toda la vida luchando y darte cuenta de que hay cosas que jamás vencerás. La naturaleza de la existencia está por encima de la naturaleza del hombre. 

Me gustaría encontrar el equilibrio pero, considero, es una ardua tarea. Considero como 'equilibrio' la sensación mental o disposición puramente psicológica en la que sientes que eres capaz de enfrentarte a todos los males, aunque no es necesario enfrentarlos ya que el equilibrio se mantiene en la posición neutral de la indiferencia. Hakuna matata. 

He pensado en explicarme. ¿Cómo vais a entender mis razonamientos si no me explico? Cuando no me explico pienso que hacéis libre interpretación de mis palabras y tergiversáis, casi siempre, lo que digo. El problema es que tengo miedo a las explicaciones. Vosotros me creéis como una persona y, posiblemente, mi existencia se vea reducida a otra persona muy distinta. Siempre pensé que era quien queríais que fuese, quizás lo sea, pero sigo siendo, a pesar de todo, quien soy, aunque no queráis ni quiera. En conclusión, tengo miedo a dar explicaciones por si se rompe la magia de aquel que pensáis que soy y nunca he sido.

Hace tiempo que me negué a explicarme. Fui, soy y seré un libro cerrado. Contentáos contemplando la portada y degustando lo destellos de luz que pueden arrojar sobre mi persona el argumento de la contraportada. Lo superficial sigue siendo real.

He sido el hombre de las cuatro enfermedades mucho tiempo. Podría mencionar una quinta, una sexta y una séptima. Podría decir que estoy lleno de defectos y, en mi total imperfección, destacar aquellas diminutas perfecciones que me elevan a las altas esferas de lo utópico. 

Es tan difícil encontrar el equilibrio. A veces creo que estoy malinterpretando las señales de la vida. A veces pienso que dejé el equilibrio en algún punto lejano del camino, allá donde el horizonte oscurece. Delante, allá por donde amanece, como siempre, sigo esperando encontrar el cambio, la reivindicación de la propia existencia. Sigo buscando al ser perfecto, a mi alma gemela. La esperanza, que es lo último que se pierde, siempre camina conmigo.

Muchas veces me pregunto cómo seguir. ¿Cómo seguir cuando en tu corazón ya no quedan fuerzas? ¿cómo seguir cuando sabes lo que necesitas pero no sabes dónde encontrarlo? ¿cómo seguir cuando la desesperación sustituye a la esperanza? ¿cómo seguir cuando el pesimismo y el conformismo van cogidos de la mano?

Hace tiempo que me negué a explicarme. Fui, soy y seré un libro cerrado. Contentáos contemplando la portada y degustando lo destellos de luz que pueden arrojar sobre mi persona el argumento de la contraportada. Lo superficial sigue siendo real.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Delitos y faltas


Amar no es fácil. Sentir no basta. Querer no sacia. Amar es querer y sentir con el fin de complacer a una persona. Existe la soledad, no obstante. No obstante y, tan obvio, amar en soledad no es amar sino olvidar muy lentamente y, en ese mismo proceso, experimentas tal dolor, tal angustia, que terminas pensando que el amor es cosa de unos pocos.

La vida es trágica, siempre me dije. Buscas y ¿qué sucede si no encuentras? El ser humano se alimenta de la esperanza de encontrar aquello que anhela. El ser humano tiene la necesidad de sentir que su vida sirve al fin de... ¿de qué? ¿son los fines creaciones de aquellos que intentan evadir el sinsentido de la vida? ¡yo sólo sé que no sé nada! ahora entiendo al señor Sócrates mejor.

Últimamente estoy cansado del mundo. No es que sea la primera vez que me pasa pero, desde hace unas semanas, baso mi desencanto en unas ideas bien fundamentadas. Odio tener que luchar si la batalla está perdida. Ni me entiendo, ni me deseo dar a entender. ¿Qué es el entendimiento? ¡yo sólo quiero escapar! Me gustaría escapar de las ataduras, de las reglas, de las necesidades, anhelos, dictaduras morales, sentimientos, relaciones, obsesiones, ideas, razonamientos, posesiones, costumbres...

Cuando quiero y no tengo, muero. Lo siento pero ¡muero! Morí cuando busqué el amor y no encontré más que la nada. Un corazón de escarcha. La mentalidad vacía. La incomprensión del afecto. Ahora soy aquello que quedó. Supongo que soy aquello que queda cuando a una persona le quitas todos los anhelos de su vida. El amor es la máxima aspiración del ser humano. Alzarse victorioso con el amor, levantar la cabeza al cielo, sonreír. "!Miradme'" me veo diciendo "¡Miradme! ¡soy el rey de todo y de la nada! ¡soy el rey de lo que fue, lo que es, lo que será! ¡hoy me siento vivo!" 




La vida es trágica, siempre me dije.



domingo, 30 de octubre de 2011

Vagabond


Como se mecen las olas en el mar, las flores con el viento; tu recuerdo en mi mente viene y va. En mi corazón, tan honda y ficticia, la idea de un utópico amor que alcanzamos juntos, con besos inventados, abrazos de juguete, miradas de plastidecor. Suena siempre, tan honda y ficticia, la promesa de un amor que no tendremos. Bajo el suave vaivén de la melodía de un piano desolado, bailo contigo y sin ti. Contigo dentro y sin ti. Tú estás lejos. Vagabundo vagueo por las calles del recuerdo, persiguiendo el rastro de caracol que dejaste cicatrizado en mi. A veces caminando y, otras veces, corriendo. ¿Crees que puedo correr lo suficiente para dejarme atrás?

Dime, muñeca, ¿cuándo volverás? No te echo de menos pero tampoco de más. Permíteme otra cita, otros puntos suspensivos, otra oportunidad inflamada de esperanza. Y soñar. Concédeme el lujo de otro sueño juntos.

Sólo quiero pasear, cogidos de la mano. Sólo quiero retomar viejos romanticismos. Las poesías y los atardeceres de otoño. Los besos de cuello y los abrazos rotundos. Las miradas llenas y las promesas de un todo por cumplir.

Cariño, tú siempre y, no obstante, casi nuca, me elevas a la cima de la tragedia humana y me recuerdas la perfección. También permites que alcance la felicidad y sonría. A veces, la vida, me da la satisfacción de alcanzarte cuando me dejo atrás. Perderlo todo y encontrarte, perderlo todo y ganar más. Encontrarte al doblar cada esquina. Yo me pregunto si sigues sin creer en el amor.



viernes, 21 de octubre de 2011

Desesperación y éxito


Y, casi siempre, se encuentra solo. Así como medio olvidado, medio alejado, medio hoy dormirá en silencio. Y, mientras tanto, se pregunta cosas trascendentales sobre la existencia, pensando que así llenará el vacío de su vida. Pero no lo llena. ¿Cómo llenar el vacío? Él no lo sabe. Hace tanto tiempo que se siente incomprendido. Así como medio apagado, medio desilusionado, medio hoy no sonreirá mucho. Y, supongo, es normal que así se sienta. A veces, por la mañana, cuando el Sol brilla y, aún sin brillar, cuando tengo la sensación de que el Sol resplandece, en esos momentos me apiado de Él y, de alguna forma, quisiera ayudarle. Darle el fuerte abrazo que se merece, desde hace mucho tiempo. Escucharle atentamente, como nadie antes lo ha hecho. Estoy seguro, completamente seguro, de que tiene muchas cosas que decir. Pero ahora Él sólo es silencio.

La última vez que le vi, no hace mucho y, de alguna forma, hace tanto; la última vez me preguntó si, al igual que una persona puede sentirse sola rodeada de gente, si una persona podía sentirse rodeada de gente estando sola. No supe qué responderle. Él se fue sin esperar respuesta. A veces creo que no quiere que le responda. Sólo quiere regalarme la pregunta y, como en muchas ocasiones resulta, la vida nos demuestra que contadas preguntas suponen contadas respuestas.

Ahora mismo, osando, diría que no quiero volver a verle. Cuando le veo, algo malo sucede en mi vida. Creo que Él sólo aparece cuando, de alguna forma, estoy siendo feliz. Él aparece, se acerca a mi y mantiene una conversación trascendental sobre la vida. Terminada la conversación, pregunta algo y se aleja. Y esa pregunta pone en jaque mis esquemas. Sus preguntas desvelan la podredumbre en la que alzo, con exquisita ignorancia, los pilares de mi felicidad. Él me hizo saber, de alguna forma, que la mentira es un perchero muy débil en el que cuelgo la felicidad y, en conclusión, todo lo que construyo alrededor de esa, llamémosla, falsa idea de felicidad, no es más que una irrealidad idealizada. 

A veces me gustaría dejarme llevar, como Él hace. A veces, cuando me siento un héroe, me gustaría callar. 'A veces' que, no obstante, nunca llegan. 'A veces' que, no obstante, no sé si quiero que lleguen. 


¿Durará la felicidad que me aporta la ignorancia lo suficiente?



lunes, 17 de octubre de 2011

El amanecer de los ídolos


Decía que quería alcanzar la gloria pero rehuía los sacrificios necesarios para ello. Soñaba constantemente con un futuro idealizado, un futuro sometido al perspectivismo digno del más puro superhombre. Él era fuerte, pero sus esquemas se derrumbaban por dentro. Él era una apariencia engañosa, una mentira tomada por verdad. Y, entra la gente, a veces se sorprendía aspirando el dulce aroma de lo mortal y, de la muerte, solía decir que traía la paz consigo.

Nihilismo. La no creencia en nada. Una existencia desprovista de sentido. ¿Cómo seguir viviendo? Algunas veces se preguntaba por el sentido de la vida. Le gustaba jugar a esos juegos en los que siempre terminaba perdiendo. El sentido de la vida es que no hay sentido y, entonces ¿por qué luchar? ¿por qué seguir? ¿por qué, siquiera, intentarlo? Y el nihilismo le respondía sin responder. Y volvía el ciclo vicioso de lo agridulce, de la tragedia humana; el ciclo vicioso de creer que la vida es olvido y que nada dura lo suficiente para permanecer; el ciclo vicioso de llenar su corazón con plumas y dormir sin dormir, con sueños en los que soñaba con no ser. El ciclo vicioso, concluyo, de pensar que la vida no es más que la espera de algo que no va a llegar y, aún sabiéndolo, seguía viviendo porque, como escéptico, decía que nada se puede asegurar. Temía morir pero, más aún, temía vivir.

Y este mismo cuento se perpetua constantemente. Otro ciclo vicioso: la insistencia humana. Preguntas, respuestas y más preguntas. Moral y ética. Comprensión. Tropezar y aprender. Volver a tropezar y aprender de nuevo. Así como la corriente que nos lleva hacia delante cuando, en realidad, en nuestro interior, no hemos aprendido a avanzar. De esta forma nos vemos inmersos en una lucha que nuestras fuerzas no pueden afrontar y, derrotados, dejamos que la corriente nos conduzca, sin reclamar, sin insistir, pues sabemos que nadie puede luchar contra la ingravedad, contra lo natural, contra lo que, dependiendo de lo que seamos, no puede ser.  


jueves, 13 de octubre de 2011

El motivo existencial que justifica la necesidad trascendental de amor


No sabíamos muy bien lo que hacíamos cuando, sin querer, nos queríamos; atraídos por una fuerza superior a la nuestra, por una conexión que aún tratamos de entender, sin lograrlo. El amor, de nuevo. El amor, como siempre, tan inoportuno. El amor es la única película que puedo volver a ver miles de veces, sin cansarme. 

Estoy seguro de que todo resulta, al final, un estímulo que nos alegra la vida. Un empujón que nos ayuda a encontrar, en lo absurdo de la existencia, un ápice de algo cuando, en realidad, no hay nada. Resulta que, enamorados, tenemos la sensación de que la vida sirve al propósito de vivir para el otro, de hacer feliz al otro y de encontrar, en la persona amada, una razón para que la comedia humana siga perpetuándose. Creo que sin amor no valdría la pena vivir.

Y de aquellos que no han encontrado el amor, aquellos que han buscado el contacto más allá de algo físico sin hallarlo y, de igual forma, aquellos que desean entregarse a la profundidad de una persona pero no consiguen más que bucear en lo superficial; de aquellos maltratados hijos de las circunstancias adversas sólo tengo que decir que, el propio amor, la propia idea de la existencia de algo que consigue apaciguar la enfermedad que supone la inexistencia de respuestas trascendentales, es ya, de por sí, un motivo por el que seguir luchando. El amor es, de nuevo, la única razón que motiva el bucle cerrado de la insistencia humana, que necesita cubrir los vacíos naturales de la existencia con excusas idealizadas que permitan a los seres humanos enfrentarse a la ingravedad, a la locura, a lo realmente monstruosa que supone la vida sin un fin.




miércoles, 21 de septiembre de 2011

Un saludo para el amor de mi vida


Al final te perdí entre las brumas de un perpetuo silencio. Un silencio en el que muchas palabras de amor murieron en la punta de la lengua. Y si me quisiste, y si este amor fue recíproco en ambos, eso nunca lo sabremos y, sólo puedo decirte: adiós. Adiós es el punto y final de esta historia y bueno, si me permites, me guardaré la vieja fotografía de nuestro primer beso de miradas.

Ahora llega el otoño y volveré a pisar hojas secas y a perderme en el crujido que emiten al romperse. Creo que mi corazón haría ese mismo sonido de no ser por el silencio, ¿lo recuerdas? aquel perpetuo silencio kilométrico que nos convirtió en desconocidos. Y, sí, yo me lo busqué, me lo merezco. Confieso que soy un cobarde y que nunca pensé en dar el primer paso. Pero yo soy así, aprendí que el amor puede jugar con el corazón de una forma monstruosa y, excusándome, diré que mi corazón se ha roto tantas veces que ahora parece un puzzle de mil piezas.

Además de adiós, quisiera decirte que te quise (mucho). No te extrañe, tú fuiste la mujer perfecta. Y ahora he de olvidarte por cuestiones existenciales. He de cerrar el corazón con fuerza y girar los ojos hacia otra parte, mirar allí donde tú no seas, no existas, no estés, allí donde no me alcances. Un trágico adiós, me temo. Nunca me enseñaron un final feliz para estas historias.



Y, ya está. Adiós.





martes, 23 de agosto de 2011

Yo y mi querido Monstruo


Es esa maldición que arrastro, ese secreto de hace tanto, aquel secreto de fotografía que no guardo, que quemé hace tiempo. El recuerdo es un cruel compañero de viaje, cuando el viaje no ha sido bueno.

Y después de tanto tiempo, ya cicatrizado el miedo, ya ni llorar, ni notar el desahogo del llanto mojar la almohada, ni la libertad de los gritos que comían en silencio. Lo peor que me ha podido pasar es perder el miedo, el miedo de no comprenderme ante el espejo. El miedo de no saber muy bien qué he hecho yo para merecer esto. Ya no me queda mucho miedo y lo poco que queda descansa, quieto; aún, a veces, cuando nadie habla, en silencio, aún escucho la respiración del Monstruo y me digo: "No te confíes tanto, porque el daño inesperado, dos veces daño".

Y así ha pasado el tiempo, ha llovido mucho, también ha salido el Sol y hemos crecido. Nos hemos vuelto más maduros y hemos sabido callar el dolor con el analgésico natural de los años, ya sabéis: "El tiempo lo cura todo".

Y un día, sin darme cuenta, un día me despierto y mi vida es tan normal, tan común. Una vida como las de esas fotografías que todos guardamos, porque nos gusta recordar lo que vemos en ellas. Y, en cierto modo, me alegro de que las cosas hayan terminado así, creo que me merezco un descanso, una prórroga. Me merezco unas vacaciones para respirar, para recuperar las fuerzas. Uno nunca sabe, nunca puede estar seguro; decían que no hay que subestimar al enemigo y es posible que mi Monstruo despierte algún día. Otra vez.




viernes, 5 de agosto de 2011

Encuentros en la fase onírica


Hoy he vuelto a soñar con ella, ¿verdad que es hermosa? Un poco altiva sí y, como en un sueño, tan sólo es una imagen, una copia de ella, no tan perfecta como ella, pero es ella a fin de cuentas, cuando menos la esperaba y, estoy sorprendido. La he esperado durante quién sabe cuántos segundos perdidos.

Y ella, allí, en el punto más profundo de la noche, puedo ver como un beso le cierra la boca, !espera¡ creo que estoy lo he leído. Pero era extraño verla allí, tan lejos del mundo, allí donde parecía que sólo fuese mía, sin serlo, donde parecía que estaba en el momento y en el lugar oportunos para que, sin saberlo, se cruzasen nuestras miradas y, aunque durante breves segundos, yo ya no la olvido.

No obstante, sigue estando como lejos, como si no fuese capaz de tocarla, como si después de todo fuese más real de lo que pensaba, ¿por qué no puedo tocarla? ¿por qué? este es mi sueño y debería acabar bien, yo sólo quiero abrazarla; "¡qué cursi!" diréis que me estoy volviendo, pero creo que esto del amor tiene sus efectos secundarios. Yo sólo quería abrazarla... sólo quería un CCC (Complemento Circunstancial de Compañía) y resulta que me quedo solo.

¿Qué daño puede hacer un simple abrazo? ¿cuánto sufrimiento puedo causar si me encierra entre sus brazos? Que lo haga por puro capricho o para calmar el ansia que tengo de ella; de querer a ella tanto yo no saber bien expresarlo. Y otra vez, allí, tan lejos del mundo, en la callé 33 de un sueño, en una estación... ¡no! espera, yo iba en la parte trasera de un coche y dadas las circunstancias la veía por la calle y ella también me veía, y mientras la perdía al girar la esquina su rostro se había grabado como una de esas ilusiones ópticas que siguen perpetuándose en la pupila, como marcadas por un fuego incandescente que brilla con cierto sabor a recuerdo, con cierto sabor a victoria, con cierto sabor a "¡Por fin eres mía!" y durante unos segundos soy el hombre más feliz 'del sueño'. Al parecer, después de todo, esto de la fase onírica no está tan sobrevalorado.


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miércoles, 20 de julio de 2011

El Gran Cañón


Hemos perdido el morbo de cuando nos conocimos. Creo que todas las relaciones terminan tarde o temprano, acaban perdiendo el interés y se apagan, dejamos de necesitar tantos amigos y reducimos los números de teléfono a los que necesitamos diariamente, que no son muchos. Luego guardamos las fotografías en un armario y las dejamos reposar algunos años, no se borran pero se olvidan, las fotografías no se borran pero si los sentimientos y los recuerdos que en algún momento fueron nuestros y que ya no son de nadie. Y luego, para colmo, pasa el tiempo y nos dice que tenemos que hacernos viejos, que tenemos que hacernos amigos de las revisiones de próstata y de algunas pastillas con nombre extranjero con las cuales tendremos que aprender a comunicarnos, y sucede que pasamos los últimos años de nuestra vida en perfecta sincronización con el medio, nunca pensé hablar más de dos o tres idiomas.

Por una parte me cuesta pensar que la vida sea tan sencilla, no tiene gracia, no tiene emoción, no tiene sentido seguir viviendo de este modo; por eso creo que hay algo de magia en todo lo que hacemos, quizás es una simple y triste excusa para darle cuerda al reloj; yo nunca he creído en Dios pero creo que, sea como fuere, todos creemos en uno, y en una religión, y en unos mandamientos; todos tenemos una vida y ésta tiene sus motivaciones y sus razones, no importa que sean irracionales. Todos tenemos alguna excusa por la que vivir.

Hacerse viejo es un proceso muy hermoso. Hay gente que teme envejecer porque dice que con los años se pierde la magia y el interés por la vida, ya sabéis, ese viejo dicho de que lo que dura termina aburriendo, me parece absurdo. ¿Qué sería de nuestra perspectiva de la vida si fuésemos eternamente jóvenes? No, no me haría ninguna gracia ser joven eternamente... sería muy aburrido. 

He tenido la extraña necesidad de comunicaros que la vida es maravillosa. Sí, sé que suena muy cursi y que las cursiladas no son bien recibidas en estos tiempos de guerras petrolíferas y cotizaciones en bolsa, pero me alegra saber que hay cosas que nunca cambian, que siguen igual. Me reconforta saber que hay fotografías que no pierden su encanto. La vida es como una de esas fotografías, va a suceder en algún momento, va a suceder que nos llenaremos de polvo en un armario que se olvidará con el tiempo, pero mientras tanto, tengo la extraña sensación de que la vida es terriblemente conmovedora, como una puesta de Sol en el Gran Cañón y, además, me alegra saber que quiero estar ahí cuando suceda, cuando termine en el viejo armario del polvo, cosa que ocurrirá inevitablemte, no importa. La vida no tiene gracia si no se acaba.


jueves, 7 de julio de 2011

El poder de la decisión y sus consecuencias


El mundo debe parecerme cruel. Intentas reivincidar tu vida y terminas prejubilándote con 17 años en tu habitación, porque cuando reivindicas tu Universo te das cuenta de que sobra todo; y ahora todo lo que queda de mi se puede encontrar en mi habitación, sobre una cama y dentro de un armario, eso es todo lo que queda. Después de todo el Universo no debe de ser tan grande.

La cuestión querido Hamlet no es ser o no ser, quizás en otro tiempo sí que lo fuese, pero ya no. Ahora querido Hamlet la cuestión es si reivindicar o no hacerlo. La decisión es más difícil de lo que puede parecer a simple vista; la gente tiende a decir que reivindicar es el camino hacia la paz espiritual, hacia el bienestar, en serio, que se vayan con sus ideas a tomar por culo. Las consecuencias de reivindicar pueden compararse a las consecuencias de formatear un ordenador, pero cuando reivindicas tu vida las consecuencias son más catastróficas, tu vida se queda vacía. Por eso precisamente ahora mi Universo queda reducido a mi habitación, porque no me queda mucho. Cuando reivindicas tu vida te das cuenta de que la mayoría de cosas que tienes no sirven: no sirven los amigos, se acabaron los sueños, no te quedan esperanzas, los proyectos de futuro forman parte del pasado, las fantasías son placeres sintéticos y tus creencias e ideas se rompen con suma facilidad... ¿Qué sucede cuando haces borrón y cuenta nueva con 17 años? sucede que te despiertas un día y no sabes muy bien quién eres.

Jack decía que la autodestrucción conlleva evolución; temo pensar que me tomé esas palabras al pie de la letra y ahora solo soy ruinas y cenizas. Soy lo que queda de lo que fui y no me importa, pero nadie me dijo que lo difícil no era derrumbar los esquemas de tu vida sino mentalizarte de que, desde el momento en que renuncias a todo, tienes la sensación de que nunca tuviste nada. Mi vida es como un flash, puedo resumirla es unos segundos si me lo permitís pero no... no estoy con el ánimo de contaros cómo es mi habitación. 

Y ahora sólo queda sacar conclusiones. Sólo queda respirar hondo y sacar fuerzas de dónde sea. Sólo queda cerrar los ojos y preguntarme por qué, por qué hice esto, por qué renuncié a todo por nada. A veces tengo la sensación de que estoy a punto de encontrar una bonita razón para explicarlo todo; es como estar a punto de encontrar la respuesta a la puta pregunta que tienes en la cabeza desde hace tiempo, pero resulta que todo se queda en una sensación, no encuentro una razón y quizás eso es lo peor que me está pasando.

¿Habéis visto alguna vez una de esas muñecas rusas? Están huecas y en el interior esconden otra muñeca que a su vez esconde otra muñeca y otra, y otra... pues podría decirse que yo soy como la última muñeca que queda: no tengo nada dentro. ¿Sabéis? estar así es lo mejor y lo peor que me ha pasado, soy capaz de ganarlo todo y desgraciadamente no me quedan muchas cosas que perder.

No quisiera que tengáis en vuestra mente la imagen del chico que ve el vaso siempre medio vacío, curiosamente siempre veo el lado positivo de la vida, pero a veces las cosas se tuercen más de lo que acostumbran y terminas despertándote un día sin saber muy bien qué hacer, cuál es el siguiente paso, qué espera el mundo de ti o qué debes esperar tú del mundo. Un día despiertas y de repente todo tu Universo se reduce a las cuatro paredes de tu habitación donde lo tienes todo y no tienes nada, donde te sientes poderoso al saber que tienes el poder de decidir sobre tu vida y humillado al comprobar que las consecuencias de tus decisiones no dependen de ti y, curiosamente, no dependen de nadie.

lunes, 4 de julio de 2011

El camino



Caminaba en silencio pero sus pensamientos hablaban. Hablaban de lo rápido que se pasa la vida, de lo rápido que se terminan las historias y de que algunos capítulos se quedan colgados. Cuando morimos todos nos quedamos esperando algunos segundos más, queremos un poco más... y no hay más. ¿Cómo será morir? la verdad es que no lo sé, nunca me ha pasado.

La vida es como un río, decía. Un río que cruza un inmenso país, un inmenso mundo. Y mientras el rió cruza el país el paisaje va cambiando, pero no el río. El río termina desembocando en el mar y, entonces, del río ya no queda río sino la indescifrable historia del mundo. Todos nos ahogamos si el mar es muy profundo.

Ella también me dijo que la vida era un camino, pero no me dijo dónde terminaba, creo que no lo sabía. ¿Cómo saber dónde termina un camino si nunca nadie lo terminó? Yo creo que la vida es un camino que lleva hasta donde nadie sabe llegar si no es con el paso del tiempo. El tiempo no sólo lo cura todo sino que además lo termina. Y cuando el camino (la vida) termina, lo único que queda es... la verdad es que no queda nada. El camino tiene un final y es bien sabido que los finales terminan las cosas.

Y sobre si luchar o no, sobre si cumplir nuestros sueños o no; porque veréis, si todos terminamos en el mismo mar no merece la pena retrasar lo inevitable. Todos terminamos siendo polvo y el polvo no es algo agradable, es más, cada vez hay más productos para terminar con el polvo, ese es el aprecio que nos queda en el mundo cuando estamos muertos: productos de limpieza.

Y luego recordé aquellas palabras, creo que me las dijo ella, porque ella me habló mucho sobre la muerte, quería que estuviese preparado para no sorprenderme, pues "La muerte -me decía- es una palabra que no esconde nada, es una palabra hueca. La única palabra que no podemos experimentar, morimos antes de hacerlo."

Y creo que así es la vida; sólo puedo hacer conclusiones sobre ésta. ¿Cómo vas a estar seguro de dónde termina el camino si nadie lo ha terminado nunca? y lo peor de todo es que cuando lo terminemos ya estaremos muertos y el viejo cliché de no saber nada seguirá así hasta... hasta siempre. A esto concluyo que el conocimiento que podemos tener sobre la vida y la muerte se reduce a las experiencias que tenemos en el camino, no al conocimiento que desprende la experiencia. 

Tempus fugit, me sorprende reconocer cuánta razón tienen estas palabras. Doy por dada la lección de hoy, ya puede usted suicidarse o vivir 100 años, su culo va a terminar en el mismo sitio, no obstante, si me permite un consejo, ya que su historia va a terminar tarde o temprano, le recomiendo que mientras la cosa funcione usted disfrute y tenga muchos hijos, que sea bueno (o no) no me importa, simplemente tenga algunos hijos y dígales que la vida no es el camino, sino el momento.


sábado, 2 de julio de 2011

No te olvides


Si algún día te acuerdas llámame, no lo olvides. No olvides que te quiero aunque tú no quieras; aunque no me quieras, digo. No te olvides de otra cosa; no te olvides de decir que me echas de menos, miénteme si hace falta, será nuestra mentira piadosa y yo seré feliz mientras tanto. No te olvides de cogerme de la mano, aunque te cueste, porque cuando te cojo de la mano me siento más fuerte, no sabría explicarlo. No te olvides de nuestro paseo nocturno, cuando la Luna está alta y los grillos cantan escondidos. No te olvides, por lo que más quieras, de que mi cumpleaños es el 5 de diciembre y soy alérgico a la vainilla. No te olvides de que no quiero regalos, sólo quiero que vengas y te quedes esa noche y por la mañana comamos tortitas para el desayuno. No te olvides de la rutina de los corazones rotos, que tardan 368 días y 500 noches en olvidar. No, no te olvides de que me gusta escuchar a Sabina cuando me encuentro solo y no me siento a cenar con nadie. Me gustaría pedirte, ya de paso, que no te olvides de mi. No te olvides tampoco de lo que te dije hace tiempo: que te querría para siempre. No te olvides de que siempre cumplo lo que digo. Sabes, creo que el que debería olvidar soy yo. Olvidarte y dejarte ir y dejarme ir e irnos todos. Pero, antes de nada, no te olvides de llamarme.

 


Para Natalia





 



viernes, 1 de julio de 2011

Ella



Ella que se sentía sola; se sentía como con los ojos apagados y la sonrisa de lo que le hacía reír, pero Ella ya no se reía. Ella se sentaba en aquel sillón que hoy sigue nuevo, pero Ella ya era vieja. Ella y su andar inoportuno, su andar inquieto, el andar de no poder correr más lejos. Ella ya no hablaba mucho. Ella me enseñó que vale más un silencio que mil palabras, el silencio y observar; observando el mundo no parece tan feo. Ella a la que quiero tanto. Ella a la que no voy a poder escribirle algo digno. Ella que va a tener guardado un recuerdo para siempre. Ella que estará cuando no esté y quedé la cama vacía y la habitación fría. Ella que quedará en mi como yo mismo. Ella que se hizo cicatriz con el tiempo. Ella que aún guardaba el perfume que le regalé hace tanto. Ella que aún soñaba con sus muñecas de porcelana. Ella que me miraba tan fijamente. Ella que me regalaba caramelos. Ella que me cogía fuertemente la mano. Ella me dijo que no todos los finales terminan con las mismas letras.  



 Dedicado a Ella, esté donde esté.



domingo, 26 de junio de 2011

El cometa Halley





Quién supo realmente qué pasó si ni tú ni yo lo supimos y cerrábamos los ojos en cada beso sin saber muy bien si el mundo desaparecía cuando lo hacíamos. Sólo el cosquilleo de unos labios y la garganta seca, sólo eso y el mareo de perder la noción del tiempo a tu lado; eso es lo que queda si recuerdo. Que hermosos momentos y, no obstante, muy hondo, al final de esta historia, me queda el sabor agridulce de saber que todo se terminó, que no duró eternamente, que tú y yo somos como todo en este mundo. Somos efímeros y agotados momentos. Sólo eso.

Intento escribir nuestra historia sin olvidar los pequeños detalles de lo que llamábamos "nuestro" y acabó siendo de nadie. Intento desesperadamente rescatar cada pieza de lo que fue aquello, aquello que llamamos amor y sólo fue un lapsus de tiempo que pasamos juntos. No sé si podemos llamarle amor a eso.

Y muy hondo, al final de esta historia, donde está el punto y final y el beso que lo concluye todo, donde está la última palabra y la última esquina. Allí, en lo hondo del recuerdo, tengo la extraña sensación de que no te has ido. Es como si hubiese quedado un fragmento minúsculo de ti en todo ésto, después de tanto tiempo, después de todo el riesgo que corrimos al querernos. La verdad es que no sé si nos quisimos o si todo fue, lo que suelen decir, un cuento.

Y no me importa, sinceramente. No me importa que siga sangrando tu nombre en alguna parte de mi conciencia y ese "tic, tac, tic, tac..." infinito me lleve a plantearme la naturaleza del amor que se acaba y no se olvida. Esta, nuestra historia, tan real y cruda, tan nuestra, me lleva a replantearme los esquemas del amor que duele y cura, es decir, que clava las uñas y luego lame la herida. No sé, creo que así es esto, que así es lo nuestro. Así, tan inexplicable, tan misterioso. Tan fugaz como el cometa Halley sobrevolando nuestros ojos por segundos aquel 17 de septiembre de un año que nunca existió y que nunca se olvida.




miércoles, 22 de junio de 2011

Quiéreme


Quiéreme ahora o tal vez mañana, me conformo si me quieres o si me querrás. Quiéreme tal como soy, con estas horas de vida y estos cristales rotos. Quiéreme como aquel mar quiso a las rocas, como cualquiera que quiere, quiere, sin más. Quiéreme como si no hubiese un mañana y el amor de cada día fuese el amor de un final. Quiéreme con la rabia de aquel que lo da todo. Quiéreme sabiendo que la vida es amar. Quiéreme con la vida en los labios. Quiéreme con besos y abrazos. Quiéreme como el Sol quiere a la Luna. Quiéreme como Romeo y Julieta, sí, así, quiéreme. Quiéreme con el ansia de perderme, con el quizás mañana ya no estás. Quiéreme como si todo lo que buscases lo encontrases conmigo. Quiéreme como si no hubiese nadie más. Quiéreme tocando el fondo y el cielo. Quiéreme sin saber. Quiéreme sintiendo. Quiéreme con un amor ciego, un amor que ve con los ojos cerrados porque no se ve sino con el corazón. Quiéreme con aquel amor infinito. Quiéreme como lo eterno que no despunta jamás. Quiéreme al despertar juntos. Quiéreme porque me quieres. Quiéreme porque te quiero.  Quiéreme queriendo y ya está.









jueves, 16 de junio de 2011

Aquellos maravillosos años


Jugar a no jugar demasiado. Quién diría que se pasaría la vida tan, tan rápido. Recuerdo perfectamente cuando ayer aún jugábamos a las casitas y hacíamos galletas de barro. Se ha vuelto tan cruel recordar, pero es lo que toca si quiero vivir contigo todavía, allá en aquellos años de ¿qué decir de aquellos años? fueron los mejores de mi vida y ya no están.

No quiero ser pesimista. Ser realista me sobra para saber, si es lo que quiero; quizás compreder que las cosas no vuelven tan fácilmente como nos vuelven al recordar. Las cosas han cambiado y hay cambios que no se pueden remediar, aquel que dijo eso debe de ser tremendamente infeliz y, sabes, me duele reconocer que está totalmente en lo cierto.









No sé qué nos ha pasado. ¿No quieres volver conmigo ha aquellos maravillosos años? Sabes, hace poco vi Midnight in Paris, ya sabes, la nueva de Woody Allen. Quizás me siento identificado con Marion Cotillard en el aspecto en el que ella también prefiere otra época a la que vive, qué triste suena pero, como bien dijo el genio Allen en otra de sus comedias: "Si la cosa funciona ¿por qué no?"

Me resulta frustrante vivir hacia delante y no hacia atrás. Las fotografías se van rompiendo con el tiempo y el recuerdo de aquellos años va diciendo adiós, sin remedio, sin antibiótico que me permita nadar un poco más por aquella vida que se nos va. Sabes, en ese sentido estamos algo muertos.




Russian Red – The Memory Is Cruel
¿Capaz o incapaz?



domingo, 12 de junio de 2011

El curioso caso de la mudanza



Mi amor por el cine nació en una sala llena de polvo, al menos es lo único que recuerdo y es la única versión que me queda. Veréis, todo empezó hace varios años, cuando yo tenía varios años menos y, casualmente, todas las cosas que tienen años tenían varios años menos. Era una tarde (o quizá una mañana) de esas tardes (o quizás de esas mañanas) en las que todo sucede según lo previsto. Aquel día yo ayudaba a mi padre en una mudanza, había comprado un nuevo local para montar un restaurante y, bueno, montar un restaurante supone lo que supone; supone mover neveras, supone poner sillas y mesas y supone encontrarte en todas las esquinas telarañas y, además, enfrentarte con el viejo temor de encontrar a las cucarachas que se esconden detrás de las cajas inofensivas y de las estanterías desaliñadas. Bueno ¿qué queréis? era una mudanza como cualquier otra mudanza del mundo. 

Y entonces, sólo recuerdo que allí las encontré. Encontré dos películas y permitidme ocultar el nombre de ambas para restarles protagonismo. Las encontré allí, en aquel lugar tan peculiar. ¿Quién espera encontrarse dos películas en un viejo local? Me sentía feliz porque yo pensaba que las mudanzas eran aburridas e improductivas y aquella vez me llevaría dos películas a casa.

Algunas veces vuelvo a aquella mudanza y me pregunto qué pintaban allí esas películas. Resulta emocionante pensar que si no hubiese ido ese día, quizás si no hubiese trasteado en ese momento aquel lugar, quizás en ese caso no hubiese encontrado las películas y hubiesen acabado en la basura junto con las cosas que mi padre tenía por inútiles trastos. Supongo que fue cosa del azar o del destino o quizás de la casualidad; la verdad es que las encontré y nada más (permítanme la rima).

Y esas dos películas, vaya, es asombroso lo que han supuesto en mi vida. Es posible que podamos aplicar al caso el viejo dicho de que el aleteo de una mariposa puede provocar un Tsunami en la otra parte del mundo. Aquellas dos películas propiciaron una reacción en cadena que ha dado lugar a lo que hoy soy, y no quiero aburrirles contando mis datos personales; me levanto a las 07:00 de la mañana como muchos de ustedes y en verano me doy el lujo de levantarme a las 12:00 si las condiciones meteorológicas y mi abuela lo permiten.

La cuestión es, queridos amigos, queridas amigas, querido Eduardo, que a día de hoy el cine es una parte esencial en mi vida. Es irónico porque mi madre se ha pasado mucho años diciendo que la causa de algunos de mis fracasos escolares está en el exceso de películas que veo desde niño: "te llenas la cabeza de películas y luego no haces tus deberes..." Creo que así son todas las madres, disfrutan culpando a los factores de ocio sobre los problemas educativos. Estoy seguro de que en los años 20, sin televisión y sin películas, el problema recaería en la radio o las canicas.

Próximamente quisiera contarles algo más sobre el cine. No he podido decir, en esencia, que supone en mi vida, aunque si que les he dicho que es una parte muy importante de ésta y, quizás con eso y con un poco de imaginación, pueden hacerse una aproximada idea de lo que significa para mi.

Y no hay mucho más que contar. Ésta tan sólo era una breve introducción, algo insípida y carente de entusiasmo, pero relativamente cierta y fiable sobre los echos que acontecieron hace varios años, cuando yo tenía varios años menos y, casualmente, todas las cosas que tienen años tenían varios años menos.




sobre la vida y obra de Sergio Carrión 






 

sábado, 11 de junio de 2011

Querido Karim


"Y al parecer nos sienta bien pelear, justo al contrario, fortalece más "

Como siempre suele pasar cuando me pongo a escribir una felicitación, tengo el impulso humano de cometer los habituales clichés, decirte "felicidades Karim" o "feliz cumpleaños Karim" y quedarme más ancho que Pancho, al que por cierto nunca he conocido. Pero puesto que eres una personas especial, ya no sólo por los momentos que hemos compartido, sino por lo que supones en mi vida desde que apareciste (allá por una foto de Tuenti que a veces me gusta recordar), me he propuesto escribir algo acorde contigo. Joder, seamos sinceros, un cumpleaños tiene que ser algo especial, además de que es una vez al año, no sé, jamás volverás a cumplir 19 años. Un cumpleaños es algo único, una pena que las personas nos resignemos a soplar las velas y a pensar que un día de cumpleaños es un día más en la vida.

Puedo decirte lo genial que eres y también puedo decirte lo contradictorio que, a veces, se vuelve esto que mantenemos: una amistad entre el odio y el cariño, entre las largas distancias y los metros. Las primeras experiencias son las que marcan y la nuestra fue... ¡tan increíble y desesperante! Cuando no hay palabras no hay palabras y buscarlas sólo nos hace perder el tiempo. Nuestra primera experiencia juntos fue Benidorm y así quedan las cosas, no hay más. Nos quedó todo.

Quisiera que supieras que eres realmente una persona especial. Déjame sonar cursi, no creo que te guste algo tan empalagoso (y más viniendo de mi) pero bueno, si hoy tuviese que hacer una lista con las personas que me han marcado en los último años tú estarías por ahí. No he tenido la oportunidad de conocer a muchas personas como tú. No son buenos tiempos para los soñadores.

¿Sabes? acabo de leerme la felicitación que te hice el año pasado, creo que esta va a superarla en cantidad y calidad, cosa que me alegra, no quisiera empeorar con el tiempo, eso se lo dejo a mis órganos vitales que, quiera o no, seguirán el curso de la naturaleza.

La primera felicitación la despedí con un "Tenemos toda la vida para conocernos" y considero que es, además de acertada, una frase tierna. En este mundo tan rápido, donde la información viaja tan fácilmente, toda una vida para conocernos supone que la amistad está fuera del alcance de lo que nos alcanza normalmente. Es decir, que la amistad es un clásico que no pasa de moda. Hay cosas que nunca cambian y, cuando el mundo está cambiando tan rápido, es reconfortante saberlo.

Querido Jack, querido Gemelo Gordo, querido Buzz, querido, en definitiva, Karim, hace 19 años que naciste y puedo decirte muchas cosas, pero creeré en todo momento que no estoy a la altura de toda una vida. Ahora descubro por qué odio los cumpleaños, quizás porque la gente sólo dedica un día al año ha celebrar algo que deberíamos acostumbrarnos a hacer cada día. Obviamente sin tarta, sin regalos, celebrar que estamos vivos y que la cosa sigue, no todos pueden decir lo mismo. La vida sigue y eso es lo único que puedo decirte ciertamente, a pesar de que me he esforzado por decir grandes verdades en esta felicitación. Y me vuelvo a quedar corto, únicamente tus palabras pueden estar, a 11 de junio de 2011, a la altura de un día tan especial. 




Me despido, hasta pronto. Sólo quería decirte que...

Feliz año nuevo








 
Pide mil deseos

 


 

 
 
 
 

miércoles, 8 de junio de 2011

Cristal


Se me había caído el espejo al suelo y vaya, a nadie le importaba. Aquel espejo roto en cristales que reflejaban mi cara por doquier. Tampoco importa que se haya roto, así es como me siento casi siempre: roto. Pero ¿por qué nadie se fijó en que mi espejo se había roto? la gente seguía caminando y caminando y yo en el suelo recogiendo el espejo con miedo de que se rompiese más. Así soy yo, el espejo ya estaba roto pero no quería romperlo más. Así creo que somos todas las personas, jamás aceptaremos que estamos rotos y eso quizás nos lleva a comprar muchos espejos. 

El espejo, claro está, es una metáfora de la vida. No me pregunten qué significa, no me importa mucho, pero así es como me siento. Me siento como aquel que ve como los esquemas de su vida se rompen contra el suelo y no importa mucho. Sí, justamente así me siento pero ¿saben? no importa, me siento así casi siempre, ya es normal. El espejo roto y yo recogiéndolo con las ganas de aquel supersticioso que cree que tendrá mala suerte. Veréis, la vida es así, mi vida es así, está como descompuesta. Mi vida es, imaginad, como aquel naufrago que no puede luchar contra el mar y navega a la deriva. Oye ¿no es triste? creo que esto es lo único que queda cuando no queda nada.

Y luego está la gente que camina y camina. Alguna vez he visto a personas igual que yo, intentando recoger los trozos de una vida que se les cae. Creo que la naturaleza de la vida es caer, pero las personas no somos capaces de soltar, de dejarnos llevar. Debe de ser bonita la libertad ¿verdad? Debe de ser hermoso saber que no hay nada que perder y, no, tampoco hay nada que ganar pero, oye, yo sólo quiero ser y eso es todo.


¿No suena tan difícil verdad?


La verdad es que estoy harto de todo esto. De todo el mundo, de mi, del mundo, de mi, creo que con eso puedo dejarlo claro. Estoy como cansado de seguir, cansado de querer detenerme, de seguir, de detenerme. Así como aquel que se ha cansado de ser espiral y quiere ser un punto efímero de vida. Pero no, a la gente no le importa lo que quiera. Quizás a mi tampoco me importa. Lo que quiero... oigan, lo único que quiero es saber si el espejo roto soy yo o soy el reflejo de algo que se ha roto ¿entienden?


Tengo la extraña sensación de que no van a entenderme.




lunes, 6 de junio de 2011

2 de septiembre de 1924


El 2 de septiembre de 1924 pasaron muchas cosas. Por ejemplo, seguro que alguien se compró un sombrero, seguro que alguien compró una barra de pan en esa panadería de la esquina, seguro que muchos niños jugaron al pilla-pilla. Y la verdad es que el 2 de septiembre de 1924 no fue un día tan especial. Los días no son especiales para todos, pero aquel 2 de septiembre de 1924 la abuela María nació y eso lo convierte en un día muy especial para mi.

La abuela María es la figura más representativa de mi familia porque tiene 86 años y no se muere y eso... eso la convierte en el miembro de la familia con más horas de vida. Imaginaos, he tenido abuela María durante mucho tiempo. La abuela María odia a todo el mundo, me odia a mi, odia  a mi madre, a mi padre, a mis hermanos y a mi perra de vez en cuando. Si mi perra hablase otro gallo cantaría. La abuela María disfruta discutiendo, creo que siempre quiso ser reportera de Telencinco. Las frases más usuales de ella son: ¿tú te crees?, me cago en la puta, me estáis matando "a poco a poco", esta casa parece un putiferio... 

No quiero que penséis que la abuela María es una mala persona. También te regala caramelos, te da propina si vas a comprar a Mercadona y te hace unas comidas excelentes. Es decir, la abuela María es bipolar. Compagina su duro trabajo doméstico, con sendos insultos y con alguna muestra de afecto.

A la abuela María al final, acabas queriéndola sin querer. Así es ella, claro ejemplo de que la belleza está en los actos y no en... ¿las palabras? La abuela María es tan genuina, es tan única, tan... yo quiero ser como ella. No, no quiero cambiarme de sexo, pero quisiera ser tan imprescindible y a la vez tan irritante para alguien. ¿Cómo puedo odiarla y amarla a la vez? Supongo que son años y años de experiencia. 

Estoy seguro de que algo os habrá quedado de la abuela María y también estoy seguro de que no la podréis apreciar tanto como yo. Es un espectáculo estar con ella, ser testigo de esas historias que cuenta, historias que sucedieron hace 60, 70 años. Es como una ventana indiscreta que mira al pasado. Es como una recopilación de esas cosas que no estarán aquí dentro de unos pocos años. Es lo que queda de lo que se fue. 

Y esto es todo lo que puedo deciros de la abuela María. Podría deciros más cosas, hablaros durante interminables días de sus manías, sus carencias y sus virtudes. Podría hablaros de todos esos pequeños detalles que no olvidaré nunca y que luego contaré a mis nietos y, vaya, en realidad por aquel entonces ya habré olvidado los pequeños detalles. Es una pena pero así es la vida, no queremos hacer lo que acabaremos haciendo.




La abuela María


sábado, 4 de junio de 2011

Jeux d'enfants


Recuerdo la luz pausada del Sol sobre tu cara, así como aquel que quiere olvidar a destiempo y sólo olvida el pequeño detalle de si el viento jugaba con tu pelo o eran mis dedos, ya no me acuerdo. Allí, ¿por cuántos lugares habremos pasado? ¿cuántos moteles de carreteran habrán llovido?

Y ahora aquí, con esta luz del Sol que vive como pausada, emitida como flashes que incendian la habitación desde la que escribo para desahogarme, porque si no le cuento a nadie que existes o lo hiciste, me oprime la soledad de las horas mudas, esas que ya no tienen tu risa, ni siquiera el eco. Y por eso escribo: para dejar de morir por ti y para que me mate el tiempo, eso es lo normal. El tiempo mata, lo sabes muy bien.

Y después de todo lo que hemos vivido, odio tener la sensación del punto muerto. Aquí estoy, a esta hora, en este instante y me parece que todo lo que hemos vivido no vale para nada. Sólo, de aquello vivido, guardo algunas cicatrices enlatadas. No... cicatrices ecológicas que me tatuaron tus besos al natural. Vaya, ojalá fuese más fácil olvidar, aunque eso conllevase olvidar todo lo bueno. Olvidar, al parecer es un lujo que no está permitido.

Y ¿me preguntas qué haré mañana? Mañana seguiré por aquí, recordando. Muchos dicen que al recordar vamos perdiendo los detalles de lo que vivimos, supongo que tienen razón. Yo ya no recuerdo si fue el viento quien jugaba con tu pelo o eran mis dedos. He visto tantas veces esa imagen que ya no la recuerdo. Así se empieza a olvidar, recordando. Qué difícil se ha vuelto este juego.