miércoles, 9 de febrero de 2011

Trastornos de conciencia

¿Nunca has tenido uno de esos segundos de maníaco?

Verás, es uno de esos instantes del día en el que te quedas pensando profundamente y tienes ganas insufribles de dar al traste con todo. Joder. Ganas de correr muy lejos y no preocuparte por llegar tarde a la cena; que se enfríe, el microondas se muere de la risa.

¿Nunca has tenido un ataque de sueño vivo?

Verás, es uno de esos ataques en los que confudes la realidad con la ficción, con el mundo del sueño. Y no, no es que estemos soñando y pensemos que eso que vemos es lo real. Es cuando estamos en la realidad y parece que todo sea un sueño. No, no es un Deja Vu. Más bien es como, veréis, como si sintieses que al matar a alguien fueses a despertar, o si te al tirarte por la ventana fuese a caerte de la cama y quedases como un imbécil. No, no, yo nunca he tenido el repentino impulso de matar a alguien, porque soy muy pacífico, la única vez que hice algo de lo que me arrepiento fue cuando incendié la Iglesia del barrio. En realidad no he quemado nada, pero quería contrastar opiniones violentas.

¿Qué hago aquí?

Sí. Esta es una buena pregunta. Es una buena pregunta porque no es de fácil solución. Es como quién creó el Universo; es muy fácil, los que creen en Dios tienen esto solucionado. Pero joder, yo no creo en esas cosas. ¿Qué hago aquí? yo necesito algo más factible que la típica respuesta de los curas de barrio (¿Tengo algo con las Iglesias de barrio? Eso parece) Veréis, por hoy no vamos a responder a esta pregunta. Necesitamos formar un congreso de preguntas sin respuesta y jubilarnos a los 135 años. Imaginaos qué pensarán los que se echan las manos a la cabeza con los 67. No por... Dios, no. Podrían obligarme a hacer cosas malas, no por... Dios, no.

¿Hay vida después de la muerte?

Esta pregunta si que tiene respuesta. En mi opinión podemos decir que es igual que, por poner un ejemplo, ¿qué vamos a cenar hoy? está claro que nadie, sin tener conocimiento previo de que mamá o papá han previsto algo, sabe que va a cenar. Pero sabe que va a cenar, a no ser que le de un ataque entre el camino que hay desde el colegio a casa, o desde el trabajo a casa. ¿Hay vida después de la muerte? Pues no sé que vamos a cenar pero seguro que muerte de primero y de segundo sobran las palabras.

¿Orgasmos involuntarios?

Yo tengo muchos. Escuchando música ¿eh? o viendo una película (que no sea porno, porque si es porno no tiene gracia). Los orgasmos involuntarios nos vuelven locos a todos. Unos gritan de la emoción, lloran de la alegría o pegan un puñetazo a la pared y fingen el jodido dolor que les recorre la mano, todo sea por placer. Un orgasmo involuntario te coge casi siempre desprevenido, si no fuese así, quizás uno se pensase más eso de pegar un puñetazo a la pared.


Qué tarde es...

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