viernes, 2 de diciembre de 2011

Otoño



Me has dejado un cajón lleno de incomodidades, de pensamientos desatendidos y fantasías irrealizables. Llegaste un día de otoño. Ya sabes qué digo del otoño, es la mejor estación del año. Me gusta el otoño porque yo me siento como él, indeciso entre el calor y el frío; entre el amor y, permíteme, el olvido.

Te escribía sin la intención aparente de llamar tu atención pero, sabes, desisto, me gustaría llamarla. "Oye -le diría a tu atención- ¡estoy aquí! ¿ya me has olvidado?" Y, bueno, supongo que todo se reduce a eso. ¿Me has olvidado? ¿Me ha respetado tu recuerdo? Dime, ¿me dedicas algún pensamiento al día? ¡sólo uno! creo que mi orgullo se contenta con vaciar, aunque sea un poco, tu tiempo. 

Y, dejando a un lado el olvido, que tanto fatiga mi recuerdo, quería informarte de que hace tiempo que no lloro. Hace tiempo que soy demasiado fuerte o, quizás, hace tiempo que mi debilidad se disfraza de sequía. Yo soy como el otoño, muchas veces no me entiendo.

Desde aquí, desde este minúsculo y olvidado rincón del mundo, quería volver a saludarte. No sé, no me decido a olvidarte. Quizás no sea el más indicado para lanzar la primera piedra porque, suelo pensar, yo cometí el pecado de tentar a la suerte. Si te digo la verdad, no me siento tan culpable. Yo he sido la víctima del amor. ¡Qué lance el amor la primera piedra! o, mejor, lánzala tú. Sí, tú. Tú has sido el actor y yo el antagonista. 

Nada más. Espero que la próxima vez que nos veamos no seamos actores, no al menos de la misma obra. Ojalá, ojalá por entonces seamos simples marionetas, ¿qué me dices? Las marionetas actúan bajo la influencia de una fuerza superior aunque, visto de esa forma, nosotros siempre actuamos bajo la influencia de las circunstancias. ¿No crees que es una fuerza superior? 


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