sábado, 6 de abril de 2013

Vamos a ser felices, invito yo


Cierro la puerta de mi habitación, me tumbo en la cama, me pongo los cascos y escucho Radiohead, enciendo un cigarrillo, miro cómo se filtra la luz por las rendijas de la persiana. Huele a cerrado, ayer salí de fiesta, y empecé a pensar que a lo mejor querer y morir son el mismo verbo y no nos hemos enterado, y que tu ausencia es la razón de que las noches sean precipicios, y de que habiendo tanta gente, faltanto tú, no hay nadie. "¿Qué me has hecho?", me preguntaba, que yo no sé ya distinguir los días en los que tú no estás aquí, o en los que ignoras que existo, y es como sumar ceros, ¿qué me has hecho que sin ti no soy yo y no soy nadie?, algo, sí, pero nada que merezca la pena sonreír. Calada a calada, el reloj me mira de reojo, sabe que quiero escapar pero me lleva ventaja, ya no sé correr por causas perdidas, así que me enciendo otro cigarro, cierro los ojos, no escucho más que la oscuridad que llevo dentro, da miedo, pero ya estoy acostumbrado. Respiro, poco, quiero suicidarme un rato, que esta vida es vida de segunda mano, la vendo, a buen precio, en el mercado de que algún día llegues, llames a la puerta, te abra y me abraces hasta consumirnos; qué bonito, si lo piensas, podemos llegar a ser si lo intentamos, pero quizá idealizo todo lo que no ha pasado, ¿quién sabe?, es posible que sólo podamos ser felices en algún apartado rincón lleno de fantasías, esperanzas y ojos cerrados, donde la realidad no entre y la verdad nos mienta.  


1 comentario:

  1. Muy bueno,pero he de decirte que la vida quita cosas, pero también da muchas otras. Si estás receptivo te sorprenderás.

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