martes, 14 de mayo de 2013

Cicatrices mal cosidas


Se marchó una noche, y el portazo que dio fue tan fuerte que me desmontó por completo, y desde entonces tengo insomnio. No sabría deciros cómo se superan esas resacas que sufres el día después de emborracharte con falsas esperanzas, sólo sabría deciros que pueden durar mucho, lo suficiente como para hacerte perder la noción del tiempo. Un día, de madrugada, miras la vida pasar, y las manecillas del reloj matarte. Y ni siquiera puedes sonreír. No, no puedes, sólo puedes cerrar los ojos e intentar no dejar de respirar demasiado. 

Supongo, ojalá, que algún día nos enamoraremos de alguien que no quiera irse nunca. Supongo que algún día empezaremos a ser felices para siempre. Yo qué sé. Sólo os digo lo que sería bonito que sucediese, pero yo de cosas bonitas sólo sé la forma que tenía de hacerme sonreír como un tonto. La forma con la que aprendió a romperme con estilo. Yo ni me daba cuenta, y casi que ni me hubiese importado. El amor, qué queréis que os diga, siempre me ha convertido en masoquista. 

Recuerdo los últimos minutos que pasamos juntos. Fueron graciosos. Y mientras ella me cantaba "Knockin' On Heaven's Door" al oído, yo simplemente me rompía como sólo las personas que están enamoradas saben hacerlo. Me rompía sonriendo. Me rompía cuando le dije "Cariño, sólo tú sabes hacerme el amor haciéndome daño". Y luego se marchó. Y, de repente, era demasiado tarde. Como siempre.  




4 comentarios:

  1. Quien lea esto y no lllore no es humano

    ResponderEliminar
  2. "Supongo, ojalá, que algún día nos enamoraremos de alguien que no quiera irse nunca. Supongo que algún día empezaremos a ser felices para siempre." Cruzo los dedos.

    ResponderEliminar