viernes, 10 de septiembre de 2010

Las mariposas vuelan al atardecer

Si gritas demasiado comprobarás que sigues siendo mudo, que nadie te escucha y que las mariposas vuelan al atardecer, cuando el sol está triste y llora diamantes de luna. Si corres lo suficiente comprobarás que el camino no tiene fin, que el camino no es camino, que son sombras de la existencia que nunca terminan, que nunca se paran y que persisten hasta un infinito que da dolor de cabeza.

Muchas veces me he sentado en la noche y he dormido en sueños de tormenta y pesadilla, lugares del universo que asustan y hacen temblar el vaso de la razón hasta que pende del hilo de la inconsciencia; el beso amargo de la comprensión trae el verdugo conocimiento que derrota cualquier seguridad sobre la vida.

He pasado horas preguntándome y las respuestas han llegado en forma de preguntas insacibles; preguntas que consumen el cigarro y su ceniza, que traen consigo la duda y la incapacidad. Preguntas asesinas que matan los atisbos de la paz; preguntas que crean monstruos y espantan.

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