sábado, 15 de mayo de 2010

Esclavos en el desierto




Sólo nos separa el temblar de un beso incierto, que duerme apagado en la noche que grita nuestros nombres; en silencio.
Sólo nos impide amarnos una espina, que procura avisarnos del delirio que deja el paso del amor que se rompe; del olvido.
Sólo tu mirada, y tus labios; y tus manos y caricias, que visten mi cuerpo con delicadas florituras...

Y dejas caer tu cabeza en mi hombro, como si no importase que, en el tiempo, no está escrito posible destino; como si no entendiéramos que más allá del fuego, la lluvia apaga nuestros sueños; que no son más que ceniza y polvo.
Y las lágrimas, que decir que serán absenta para las heridas, que tarde o temprano surcarán nuestros desprotegidos corazones.

Sólo me hace falta una palabra para romper las cadenas que nos llevan, por distintos caminos.
Sólo tu mano sobre la mía, para comprender que no hay más salida, que aquella en la que escapamos dejanto atrás nuestras huellas que ríen.

Un horizonte de estrellas hemos pintado en la lejanía.
Sólo queremos crear un mundo a partir de los abrazos que nos damos, con miedo a ser separados por el viento, que cada día vibra con más fuerza, intentando tronchar nuestras raíces contra la realidad, que es cruda como la furia del averno.

Sólo nos separa el temblar de un beso incierto...
Y yo que tan sólo quise reírme del olvido, y demostrar que el amor puede más que la gloria del tiempo.
Mas no puedo.

No puedo, aunque lo intente.
Aunque mis uñas se claven con rudeza en la piel del cordero, que hoy disfraza a la locura; que invade nuestras mentes y, nos odiamos; nos odiamos porque no podemos jurar amor eterno. Lo tenemos prohibido.
Nos odiamos porque nos iremos; y no serán nuestros pies los que vuelvan corriendo, buscando en la soledad la respuesta a la ausencia.
Nos odiamos porque sabemos que no habrá un final feliz en ésta historia... Que el beso sediento de tus labios, amanecerá mañana con pesadillas.

Pero aún, esta noche, seguimos siendo esclavos en el desierto, esperando que manos ajenas despropien los sueños e ilusiones que hicimos.
Que nos despojen del amor, y lo quemen bajo el Sol de lagunas de ignorancia, que les lleva a pensar que somos animales, con derecho a vivir arrodillados.

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