lunes, 27 de mayo de 2013

Escombros


Qué quedará de nosotros, de ti y de mí, cuando dejemos de intentarnos, cuando el orgullo gane el pulso y cuando le abramos la puerta al insomnio por las noches, de madrugada, y ya nada importe demasiado. Qué quedará cuando, en nuestros cuartos, tumbados en la cama, parezcamos dos cadáveres, tan fríos y con esa triste sonrisa en la mirada que deja la distancia cuando mata. Qué quedará, yo no lo sé, no me preguntes; no me mires, voy a llorar, a correr tan fuerte y a huir tan rápido que quizá me rompa ahora mismo. Demasiadas ganas, cariño, demasiadas ganas me han caducado mientras te esperaba sentadito en todas mis indecisiones. Y no he podido hacer mucho. No pude aprender a olvidar antes de que comenzases a doler. Y nunca supe cerrar los ojos hasta desaparecer. Ha sido un poco como llegar demasiado tarde, pero ya me voy acostumbrando. Y de nuevo la única forma que tengo de gritar es escribiendo, ahogándome en palabras que nunca te dije, que siempre estuvieron ahí, calladas, quemándome la garganta y dejando cicatriz. Algunos "Te quiero" y "Te echo de menos", otros "Ojalá estuvieses aquí" y un tímido "Vuelve pronto". Pero no. Pero no, ni tú ni yo, ni querernos ya, ni tú volver ni yo perseguirte. Ahora ya pasar página, sin querer, sin poder, con ese brillo en los ojos de que voy a llorar en cuanto deje de engañarme, que no soy tan fuerte. Y es que a mí, y eso ya lo sabes, siempre me han dado miedo los finales, quizá porque son inevitables.

No hay comentarios:

Publicar un comentario