martes, 5 de marzo de 2013

Rutina


"¿Qué te pasa?", dijiste, y clavaste en mi tus ojos, desnudándome por dentro. "Que a mi vida le falta alguien", respondí, ya desvestido de toda esperanza, habiéndome quitado las ganas de seguir negando lo evidente. "Bueno —continuaste—, no te preocupes, ya encontrarás a ese alguien, tarde o temprano".


Y, entonces, te miré, y medio sonreí ante la extraña situación en la que nos encontrábamos. Tú, intentando leerme. Yo, intentando quemar el libro. Medio sonreí y miré por la ventana, la lluvia caer, y me quedé unos segundos callado, relamiendo la respuesta que llevaba toda la vida temiendo decir en voz alta.



"El problema de que a mi vida le falte alguien... —dije mientras me escondía hacia adentro— ...es que a la vida de ese alguien no le falte nadie".


Y luego me rompí sin hacer ruido. 

5 comentarios:

  1. jo,que guay. En serio. De parte de tu seguidor en twitter :)

    ResponderEliminar
  2. Me ha encantado, es así, es precioso

    ResponderEliminar
  3. Triste pero excelente entrada, me encantó.
    Eso si que es dolor, que esa persona no nos necesite, mientras nosotros callamos por dentro, con ese maldito miedo que nos ahoga con el tiempo.
    Yo la verdad es que no me puedo quejar, me necesita lo mismo que yo a él.
    Saludos :)

    ResponderEliminar